En una escuela común y corriente, había una profesora de español que todos temían: la señora Débora. A simple vista, parecía una profesora estricta pero normal, con gafas en la punta de la nariz y una mirada afilada que podía cortar el aire. Sin embargo, pocos sabían que escondía un oscuro secreto. Cuando los estudiantes no hacían su tarea o cometían errores de gramática, no solo recibían malas notas. Débora tenía un poder especial, un poder que nadie entendía. Con solo un chasquido de sus dedos y una mirada penetrante, encogía a los alumnos que la desobedecían. “¡No hiciste tu conjugación de verbos correctamente!”, decía con su voz helada. Y antes de que pudieran disculparse, los estudiantes comenzaban a reducirse de tamaño hasta quedar tan pequeños como una goma de borrar. Débora los colocaba en su escritorio, donde no podían hacer más que observar el mundo gigante a su alrededor. “Tal vez así aprenderán a respetar la lengua española”, decía, moviendo sus papeles como si nada hubiera ocurrido. Los estudiantes que sobrevivían a sus clases, volvían a su tamaño normal después de completar todas las tareas a la perfección. Pero aquellos que osaban desafiarla, permanecían diminutos hasta que finalmente entendían todas las reglas gramaticales… o quedaban atrapados para siempre en el castigo de la profesora Débora.
Show More